domingo, 10 de marzo de 2013
En 1823, las antiguas provincias del Reino de Guatemala decidieron
establecer un sistema político republicano. Durante un siglo (1823-1921), los
estados centroamericanos debatieron diversas propuestas de unión política: la
federación, la confederación y la república unitaria. En este esfuerzo se
destaca la participación de El Salvador, Honduras y Nicaragua como gestores
constantes de la gran República. Pero estos proyectos, en lugar de propiciar el
consenso, llevaron al enfrentamiento. Al final, en la década de 1920, la última
propuesta fue desarticulada por las guerras internas y la influencia de los
Estados Unidos.
Durante las primeras décadas de experiencia republicana, la sociedad
centroamericana todavía era una sociedad de cuerpos o estamentos:
ayuntamientos, órdenes religiosas, pueblos de indios, gremios, milicias y
cofradías organizados en torno a un interés común. A partir de 1812, bajo la
influencia de la Constitución de Cádiz, se organizó un sistema electoral
indirecto a través de tres niveles de elecciones, la participación fue amplia
en la base y en la cúspide unos pocos que podían llegar al poder al llenar los
siguientes requisitos: vecinos de las ciudades o villas, mayores de 25 años,
casados, poseedores de bienes o con profesión u oficio.
La política entonces funcionaba a través de grupos o facciones llamadas de
forma diferente, según el interés en juego. Es hasta finales del siglo cuando
se organizan los partidos políticos. Los diputados, senadores, magistrados,
autoridades federales y estatales provenían de las diferentes redes de
familias poderosas establecidas en las ciudades capitales. El liderazgo
político y militar tenía tintes locales desde donde se entretejían las alianzas
para ascender o descender a la cúspide del poder estatal.
En junio de 1823, se instaló la Asamblea Nacional Constituyente de las
provincias del Reino de Guatemala; la Carta Magna fue firmada el 22 de
noviembre de I824, a partir de entonces se organiza la República Federal de
Centroamérica. Las constituciones adoptaron la división de poderes, el poder
ejecutivo fue ejercido por un ciudadano electo; en el gobierno federal se llamó
presidente y en el estatal, jefe de estado; el poder legislativo correspondía
al Congreso y Senado federal y a las asambleas de los estados, pero hubo otro
órgano: el consejo representativo o conservador; y el poder judicial lo ejercía
la Corte Suprema de Justicia federal y las cortes de justicia estatales.
El primer conflicto entre poderes duró tres años (1826- 1829). Durante la
guerra, Manuel José Arce era el presidente de la Federación y enfrentó al grupo
de liberales guatemaltecos cuyas figuras más conocidas eran Mariano Gálvez y
Juan Francisco Barrundia. Arce en un intento de conciliación –utilizando los
medios institucionales– intentó reunir un congreso extraordinario en el
poblado salvadoreño de Cojutepeque, también procedió a una negociación con las
autoridades cuzcatlecas, pero fracasaron; y, al propiciar una nueva elección en
Honduras, complicó aún más su situación; la Federación se enfrentó a tres
estados: Guatemala, El Salvador y Honduras. Finalmente, en 1829, Francisco
Morazán, hondureño, quien se había destacado en la resistencia contra las
tropas federales, derrotó en ciudad Guatemala a los grupos que apoyaban a
Manuel José Arce. En la década de 1830 Morazán ocupó el Ejecutivo federal en
dos períodos continuos; su mandato se caracterizó por tratar de imponer
el modelo federal de 1824 por la vía militar. En esos mismos años, destaca
Mariano Gálvez, jefe de estado de Guatemala, porque propició un gobierno
liberal.
Entre El Salvador y la Federación, la formación de un obispado, en 1825,
provocó su distanciamiento. Esta situación es otra forma de la disputa por la
soberanía entre la entidad estatal y federal. Otras invasiones se ofrecieron en
1832, cuando las tropas de Morazán destituyeron al jefe de Estado José María
Cornejo y en su lugar colocó a Mariano Prado. Al mismo tiempo, las autoridades
salvadoreñas sufrieron levantamientos internos –el más importante fue el de
Anastasio Aquino, en 1833– que lograron debilitar su posición ante las tropas
federales. En 1834, después de tensiones con el gobernante guatemalteco Mariano
Gálvez, Morazán invadió nuevamente e instaló el distrito federal en la ciudad
de San Salvador. Al año siguiente depuso al jefe de Estado Nicolás Espinoza.
Esta situación fue un punto de rupturas entre liberales guatemaltecos y
salvadoreños.
En el caso de Nicaragua, la disputa por la soberanía entre dos municipios,
León, que controlaba la región de occidente, y Granada, que tenía su influencia
en el oriente, se expandió hasta la década de 1850. Algunas veces el Ejecutivo
federal envío tropas federales para pacificarla. Por su parte el estado
hondureño también fue invadido en 1827 y en 1832, cuando su Asamblea
Constituyente estaba discutiendo la reforma de la Constitución de 1824. En
cambio, Costa Rica sostuvo una relación excepcional con la Federación, a pesar
de que no difería del comportamiento de los otros estados, nunca organizó un
ejército ni declaró la guerra a la autoridad federal; además, se mantuvo al
margen de los conflictos.
En la década de 1830, los estados comenzaron a reclamar una reforma
constitucional; en 1835 se procedió a la misma, pero al final no hubo acuerdo
entre los grupos políticos porque no reflejó el interés de las antiguas
provincias: deseaba una confederación. Entre los años de 1838 y 1839, se inició
el separatismo. Los ejércitos de Honduras y Nicaragua le declararon la guerra
al poder central e invadieron El Salvador, sede de los poderes federales.
Morazán salió al exilio y trató, desde Costa Rica, de reactivar la Federación,
pero fue apresado y fusilado en aquel país.
Sin embargo los intentos de organización política centroamericana
persistieron, pero las propuestas se dieron bajo tres modelos: una república
unitaria, una confederación y una república federal. Las diversas facciones
políticas no lograron alianzas o acuerdos duraderos. Al parecer la presencia de
los localismos fue una limitación que debilitó los procesos de negociación y
de consenso.
Uno de los ejemplos a seguir era el modelo de la confederación Suiza,
quien en su pacto de 1815, establecía el respeto al territorio de los cantones,
y estos decidían sobre la moneda, recaudación fiscal, aduanas, correos, pesos y
medidas; podían, además, realizar tratados militares con el exterior. Los cantones,
grandes o pequeños, tenían un voto en la Dieta –órgano de consulta-; y los
cantones de Zúrich, Berna y Lucerna asumían por turno el papel de cantón
director. El gobierno confederal podía inspeccionar los ejércitos cantonales y
ocuparse de los asuntos de política exterior y las relaciones diplomáticas.
Otro modelo, el de la Federación Norteamericana, establecido en la
Constitución de 1824, tenía un carácter centralizador donde los estados
reconocían las obligaciones políticas, económicas, militares y de política
exterior determinadas por el gobierno federal; además, la ciudadanía se
establecía con una doble identidad, la de su estado y la de la nación norteamericana.
En la realidad prevaleció la identidad local, se era quezalteco, san
salvadoreño o leonés, pero no se llegó a construir una identidad
centroamericana.
Una tercera vertiente fue la formación de una república unitaria, donde
las antiguas provincias, ahora estados, se convertían en departamentos,
trastocando con ello los antiguos límites e intereses de los grupos
provinciales. En todas las propuestas de organización, también fue un conflicto
la delimitación de la capital de la República Centroamericana.
La confederación tuvo tres propuestas. En 1842, una convención, llamada la
Dieta de Chinandega –ciudad al occidente de Nicaragua– estableció una
confederación, siguiendo el modelo Suizo. Organizaron dos
instancias de gobierno, el poder ejecutivo y legislativo estaba concentrado en
un supremo delegado, el cual gobernaría con un consejo consultivo. El consejo
se componía de un delegado por cada uno de los cinco estados; y el poder
judicial residiría en un Tribunal, integrado por un representante electo por la
asamblea de cada estado. El gobierno residió en la ciudad de San Vicente, en el
estado de El Salvador, pero no logró subsistir. Le siguió una segunda
iniciativa cuando Doroteo Vasconcelos fue electo presidente de El Salvador.
Entre 1848 y 1851, propició el pacto de la Dieta de Nacaome, la reactivación de
la Dieta de Chinandega, pero al final, en noviembre se firmó un convenio en la
ciudad de León, Nicaragua, para dar origen a la Representación Nacional de
Centro América con la participación de El Salvador, Honduras y Nicaragua. El
proyecto feneció debido a la derrota salvadoreña ante las tropas de Rafael
Carrera.
El tercer esfuerzo sucedió entre 1887 y 1889.
A la tercera reunión de plenipotenciarios –llamados congresos– se firmó en la
ciudad de San Salvador, un “pacto de unión provisional”. El proyecto
retoma la propuesta de 1842 y 1848: establecer una dieta o confederación; para
ello se convocó a una constituyente en 1890, pero no procedió por un golpe de
estado al Gobierno salvadoreño.
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