sábado, 9 de marzo de 2013
Las ideas independentistas
fueron evolucionando en América Central desde la posición de autonomía
defendida en San Salvador el 5 de noviembre de 1811 hasta la declaración de
independencia absoluta de España o México en 1823. El acta del 15 de septiembre
de 1821 no significó la independencia absoluta de las antiguas provincias del
Reino de Guatemala. De hecho, una provincia de dicho Reino, Chiapas, declaró
antes del 15 de septiembre su ruptura con España y su anexión a México.
Al conocer la declaración
del 15 de septiembre de 1821, las diferentes provincias, las ciudades de León,
Cartago y Comayagua, la aceptaron, pero simultáneamente se anexaron a México,
de tal manera que América Central quedó dividida en una parte independiente y
otra anexada a México. Quetzaltenango, por ejemplo, se anexó el 15 de
noviembre a México.
La Junta Provisional Consultiva nombrada para
gobernar se vio forzada a abandonar la propuesta de organización de un congreso
el 2 de marzo de 1822, previsto en el Acta de Independencia, para discutir la
constitución que se debía adoptar y convocó a una consulta o referéndum el 29
de noviembre de 1821 para decidir su futuro político. Se consultó la opinión de
los ayuntamientos, y el 2 de enero de 1822 se conoció el resultado: 104 a favor
de la anexión; 11 a favor con
condiciones; 21 a favor de que decidiera el congreso del 2 de marzo; 32
dejaron la decisión en manos de la Junta Provisional Consultiva; San Salvador y
San Vicente votaron en contra de la anexión. De tal manera que el 5 de enero de
1822 se declaró oficialmente la anexión a México con la oposición frontal y
decidida de San Salvador. José Cecilio del Valle, miembro de la junta, publicó
un voto disidente señalando que los que votaron a favor tenían derecho a
hacerlo, pero criticó el método ya que según él ni los ayuntamientos ni la
junta tenían autoridad para tomar dicha decisión; además, esta no fue tomada
libremente ya que se hizo bajo la presión mexicana y también en Guatemala se
sabía que las personas que controlaban las tropas estaban a favor de la
anexión. Valle a pesar de esta crítica fue electo diputado al congreso
mexicano.
Los debates alrededor de la
independencia de España y la anexión a México muestran las motivaciones y
preocupaciones que tenían los defensores de cada posición. Las noticias de la
independencia de la mayor parte de América del Sur y el éxito del proceso de
independencia en México ejercieron gran influencia en América Central. El 24 de
febrero de 1821, Agustín de Iturbide, un oficial realista, cambió de bando y
junto a Vicente Guerrero proclamaron el Plan de Iguala.
Las tropas realistas se rindieron el 13 de
septiembre de 1821 e Iturbide ingresó a la ciudad de México el 27 de septiembre
del mismo mes. El Plan de Iguala le pareció muy atractivo a muchos centroamericanos
porque proponía una monarquía constitucional, garantizaba la independencia,
respetaba la religión católica y promovía la unión de españoles y americanos.
La maduración de las ideas a favor de la independencia tenían un desarrollo
propio en América Central y políticamente el proceso fue muy original e
interesante. Desde el punto de vista militar, México y América del Sur llamaron
más la atención.
Acta de Independencia de Centroamérica localizada en
las instalaciones de la Asamblea Legislativa.
El
15 de septiembre de 1821, en una reunión en la Ciudad de Guatemala, los
representantes de las provincias centroamericanas declararon su independencia
de España y conformaron una Junta Gubernativa provisional, presidida por el
antiguo Capitán General español, Gabino Gaínza. La noticia de la independencia
llegó a San Salvador el 21 de septiembre.
Al
concretarse la independencia centroamericana, solamente le quedaban tres
opciones a la naciente unión de provincias: primero, conservar la unidad de las
provincias; segundo, independizarse en naciones bien definidas; o tercero,
anexarse al Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide.
La
noticia de la independencia desconcertó a la mayoría de los grupos
conservadores en las distintas provincias y ayuntamientos de Centroamérica. La
preocupación de los sectores conservadores se tranquilizó cuando las
autoridades de Guatemala recibieron una carta de Iturbide, quien se había
proclamado Emperador de México, invitando a Centroamérica a unirse al imperio.
La
Junta decidió consultar a los ayuntamientos y respondieron dos tercios de
ellos, de los cuales 168 aprobaron la anexión, y dos, San Salvador y San
Vicente, rehusaron unirse a México. La Junta de Guatemala declaró la anexión a
México el 5 de enero de 1822. Iturbide envió tropas mexicanas al mando del
general Vicente Filísola para someter a las provincias rebeldes de San Salvador
y San Vicente. El general Filísola entró con sus tropas a San Salvador en
febrero de 1823, luego de varios meses de resistencia.
Cuando
Filísola regresó a Guatemala, recibió la noticia de que Iturbide había sido
derrocado y que México se había constituido en república. Siendo Filísola fiel
a su emperador y no a México, le pidió a la Junta de Guatemala que convocara a
los diputados centroamericanos para que tomaran una decisión. La asamblea
centroamericana proclamó, el 1 de julio de 1823, la independencia de España,
México o cualquier otra nación y se constituyeron las Provincias Unidas de
Centroamérica (3). El 22 de
diciembre de 1823 la Alcaldía Mayor de Sonsonate y la Intendencia de San
Salvador acuerdan unirse, Ahuachapán se rehúsa hasta el 7 de febrero de 1824,
cuando las dos provincias se unen totalmente y forman el Estado de El Salvador,
perteneciente a las Provincias Unidas de Centroamérica. La asamblea
constituyente presidida por el prócer salvadoreño José Matías Delgado promulgó
la primera Constitución federal, el 22 de noviembre de 1824.
El caudillo liberal Francisco Morazán
Se
eligió en 1825, como primer presidente de la República Federal, al salvadoreño
Manuel José Arce apoyado por los liberales, pero éste, para poder gobernar
buscó el apoyo de los conservadores que eran mayoría en el Congreso Federal. En
1826 el gobierno de Arce se enfrentó con el gobierno liberal del Estado de
Guatemala, estallando la guerra civil en toda Centroamérica con excepción de
Costa Rica. La guerra civil duró hasta 1829. Los liberales se unieron en torno
del hondureño Francisco Morazán, quien logró derrotar militarmente a las tropas
federales y expulsó de Centroamérica a Arce, en 1829; siendo electo como
Presidente de la Federación en 1830.
El
Estado de El Salvador se dio su propia Constitución el 12 de junio de 1824,
siendo jefe de Estado, el independentista Juan Manuel Rodríguez. Desde la época
colonial existía gran recelo entre las élites de San Salvador y Guatemala y
luego de la independencia, se produjo una abierta confrontación. Mientras el gobierno
de la República Federal residió en Guatemala, hubo numerosos enfrentamientos
entre éste y el gobierno estatal de El Salvador. En 1827 estalla la guerra
entre el gobierno del Estado de El Salvador y el gobierno federal de Arce.
En 1830 los salvadoreños eligen a José María
Cornejo, un conservador, como Jefe de Estado, quien se opone al nuevo
presidente federal Morazán y llega hasta declarar la separación del Estado
salvadoreño de la Federación. Morazán con sus tropas federales entraron a San
Salvador, destituyendo a Cornejo y dejando en el poder a Mariano Prado, quien
al poco tiempo es sustituido por Joaquín de San Martín, que de nuevo anuncia la
separación de la Federación. Morazán entonces invadió El Salvador y trasladó la
capital federal a San Salvador, en 1834. Luego del traslado a San Salvador del
gobierno federal y hasta 1840, Morazán impuso un fuerte control sobre el
gobierno del Estado de El Salvador. En 1837 Rafael Carrera, apoyado por el
clero y los conservadores de Guatemala, se levantó en armas desde
Quetzaltenango contra la Federación. Carrera derrotó a Morazán, quien abandonó
San Salvador en 1840, rumbo a Costa Rica. Tras el exilio de Morazán, se instaló
un nuevo gobierno conservador en El Salvador, presidido por Juan Nepomuceno
Lindo.
Una
de las causas de la derrota de los liberales y la disolución de la Federación
Centroamericana fue su anticlericalismo, el fuerte sentimiento provinciano de
cada región, y además la aprobación de una serie de leyes que provocaron
reacciones negativas entre la población indígena. Las Cortes de Cádiz habían
suprimido en 1812 los tributos de los pueblos indios. Cada vez que se querían
implantar de nuevo, surgían reacciones negativas en las comunidades indígenas.
Cuando Mariano Prado como Jefe de Estado de El Salvador introdujo el sistema de
jurados y un nuevo impuesto que tenían que pagar todos los ciudadanos, se
produjeron levantamientos en Izalco y San Miguel, produciéndose en 1833 la
sublevación de los indígenas Nonualcos, acaudillados por Anastasio Aquino, en
la población de Santiago Nonualco en el actual departamento de La Paz.
Hay cuatro discusiones
fundamentales que explican las posiciones adoptadas en el debate de la
independencia y anexión a México. En primer lugar, preocupaba la viabilidad de
una América Central independiente. En ese territorio la independencia nunca se
vio con mucho optimismo porque la región económicamente estaba en bancarrota y
su principal producto de exportación, el añil, estaba en crisis. Los líderes
que trabajaron por la anexión dudaban de la capacidad de América Central para
ser autosuficiente.
Esto no debe extrañar pues Simón Bolívar
propuso la organización de la Gran Colombia (Venezuela, Colombia y Ecuador)
porque dudaba de la capacidad de Venezuela para ser autosuficiente. Si se
dudaba de la capacidad de América Central para ser autosuficiente, los
centroamericanos debieron sentir horror al tratar de hacer autosuficientes a
las cinco Estados que se configuraron luego de la ruptura de la unidad
centroamericana en 1838. La idea de pertenecer a un gobierno con un territorio
del tamaño de Nueva España y el Reino de Guatemala juntos era muy atractiva y
en el contexto de los grandes imperios justificable.
En segundo lugar, los
partidarios de la anexión a México expresaban una preferencia por la forma de
gobierno definida como monarquía constitucional propuesta en el Plan de Iguala.
Juan José Aycinena lo expresó claramente al decir que apoyó la anexión a México
porque estaba convencido de que Inglaterra era grande por tener esa forma de
gobierno. Él aspiraba a tener un gobierno que pudiera convertir gradualmente al
país en “tan poderoso, ilustrado y opulento como la Gran Bretaña”. Esta idea de
la monarquía constitucional tenía su precedente en las instrucciones
presentadas por el Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala a su diputado a las
Cortes de Cádiz en 1810, y a la misma Constitución española de 1812. Esta
posición era razonable en un contexto político e intelectual donde la constitución
inglesa despertaba mucha admiración y respeto. No olvidemos que Francisco de
Miranda y Simón Bolívar hicieron grandes elogios de esa Constitución. En tercer
lugar, los que se oponían a la anexión a México, y en concreto el liderazgo de
San Salvador y minorías en la Ciudad de Guatemala, Tegucigalpa, Granada, y San
José, aspiraban a establecer un gobierno bajo los auspicios de la igualdad, es
decir, un gobierno popular republicano y representativo cuyo ejemplo se
desarrollaba con éxito en los Estados Unidos de América.
En cuarto lugar, en la mayoría de las
provincias se desarrolló una aspiración por superar control estricto de la
Ciudad de Guatemala. En el caso de la anexión a México, el control centralista
solo cambiaba de sede de Guatemala a México. Por esa razón defendieron el
principio federal en la Constitución. San Salvador fue férreo adepto del
gobierno representativo y del federalismo. Las posiciones en contra de la
anexión a México eran tan razonables como las que estaban a favor.
La anexión a México no
funcionó como se esperaba por tres razones. En primer lugar, para los mexicanos
fue imposible establecer el imperio mexicano. No contaban con la base
aristocrática que es el fundamento natural de una monarquía. El rechazo de un
miembro de la dinastía de los Borbones a asumir la corona mexicana obligó a
proclamar emperador a Agustín Iturbide.
Iturbide cometió el error de
marginar del gobierno a los insurgentes. Estas razones dejaron sin apoyo al
emperador, quien fue forzado a abdicar el 19 de marzo de 1823. En segundo
lugar, en América Central se pensaba que las riquezas mexicanas ayudarían a
solventar los problemas económicos centroamericanos. Todo lo contrario: México
empezó a exigir contribuciones que no se estaba en posición de aportar. En
tercer lugar, la oposición de San Salvador y San Vicente a la anexión a México
fue férrea y tuvo que resolverse por la vía militar. El desarrollo de esta
lucha creó las condiciones internas para que una vez colapsado el imperio
mexicano se convocara a la Asamblea Nacional Constituyente, la cual el 1 de
julio de 1823 declaró la independencia absoluta de las Provincias Unidas de
América Central… Con razón se define a San Salvador como la cuna de la
independencia.
San Salvador conoció la
decisión de la anexión a México y declaró su independencia de Guatemala y
México el 11 de enero de 1822. José Matías Delgado fue nombrado Jefe Político y
Manuel José Arce, comandante militar. El 29 de mayo Iturbide reemplazó a Gabino
Gaínza como jefe político en Guatemala por el brigadier Vicente Filísola, quien
asumió funciones el 21 de junio. El 3 de junio, San Salvador derrota en la
misma ciudad a las tropas enviadas de Guatemala para sofocar la rebelión bajo
el Mando del general Manuel Arzú. El 26 de octubre Filísola empieza a movilizar
tropas hacia San Salvador. El 12 de noviembre el Congreso de San Salvador
declaró la anexión condicional a México.
Esta propuesta fue rechazada en México y San
Salvador tomó la decisión de resistir militarmente al Imperio Mexicano. El 22
de noviembre, como medida de protección, el Congreso de San Salvador tomó la
decisión de anexarse a Estados Unidos de América. Esta decisión nunca fue
discutida por el gobierno de ese país. Filísola sitió San Salvador, pero la
ciudad se rindió luego de heroica resistencia. San Salvador celebró dicha gesta
como un acto heroico por muchos años. El 19 de marzo abdicó Iturbide y ante el
vacío político Filísola fue convencido para convocar a la Asamblea estipulada
en el Acta de Independencia. Las sesiones comenzaron el 29 de junio y el 1 de
julio de 1823 se declaró la independencia absoluta. Por su protagonismo a favor
de la independencia de España y por su lucha contra la anexión a México, los
líderes de San Salvador y un pequeño grupo de líderes de Guatemala asumieron un
gran protagonismo en la definición de las instituciones políticas de la América
Central independiente.
José Matías Delgado fue
nombrado primer presidente de la Asamblea Nacional Constituyente; Manuel José
Arce, de San Salvador; Juan Vicente Villacorta, de San Vicente, y Pedro Molina,
líder liberal de Guatemala, fueron nombrados para el triunvirato a cargo del
poder ejecutivo; y José Francisco Barrundia, de Guatemala, adepto a la república
antigua, fue nombrado como Presidente de la Comisión de Constitución.
La Asamblea Nacional
Constituyente fue un cuerpo distinguido y, sobre su trabajo, Manuel Montúfar y
Coronado dijo lo siguiente: “Logró unir las cinco provincias. En el momento de
su clausura, el 23 de enero de 1825, dejó electos todos los gobiernos de los
Estados. Abolió los privilegios hereditarios, permitió irrestricta libertad de
expresión, estableció la tolerancia de la práctica privada de cualquier
religión, promulgó la ley para estimular la inmigración, organizó el sistema de
tarifas, desarrolló un proyecto para hacer un canal en Nicaragua y tomó la
iniciativa para hacer un congreso americano en Panamá”. Detrás de las acciones
de la asamblea había un espíritu humanista, igualitario e ilustrado.
La falla de la Asamblea
Nacional Constituyente fue aprobar una constitución interesante, pero llena de
contradicciones y difícil de practicar; una constitución que no estaba adaptada
al espíritu, las aptitudes, el nivel educativo y las costumbres del pueblo
centroamericano de la época.
¿Cuáles eran las contradicciones principales
en la Constitución? En primer lugar, en
la organización de los poderes del Estado. Se adoptó la separación de poderes
de Montesquieu entre ejecutivo, legislativo y judicial. Por ello aparece un
poder legislativo investido en el Congreso federal, un poder ejecutivo
investido en un presidente y un poder judicial investido en una Corte Suprema
de Justicia. Pero además se creó un cuarto poder llamado “Senado”, que era un
cuarto poder y que asumía funciones de los otros tres.
Era
parte del legislativo porque tenía el poder de veto, era parte del ejecutivo
porque los ministros del ejecutivo respondían a ese cuerpo, y era parte del
poder judicial porque era cámara de justicia para conflictos entre los estados.
El senado centroamericano era un poder absoluto, capaz de paralizar el
funcionamiento de la Constitución.
El segundo aspecto
más observado es que la Constitución de 1824 no era realmente federal. La
Asamblea Nacional Constituyente no reconoció en la Constitución la soberanía
de los estados como corresponde a una constitución federal. Desde ese punto de
vista era una constitución centralista. Desde el punto de vista de los
impuestos es una constitución confederal, ya que el gobierno federal no tenía
estructura propia para captar sus impuestos, sino que dependía de que los
colectaran para él los gobiernos estatales. Se puede concluir que la
Constitución de 1824 pretendió ser simultáneamente federal, centralista y
confederal. Y las contradicciones salieron a flote durante la guerra civil.
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